viernes, 30 de agosto de 2013

LA MUJER DE MIL ROSTROS




Estoy segura de que si la luna se asomara en el espejo del río, exclamaría como cualquier otra mujer:
“¡Dios mío, qué pálida estoy!”, y enseguida correría a maquillarse como lo hace cualquier otra mujer que tampoco está conforme con su verdadero rostro, el que Dios le dio y el que por legítimo derecho humano le pertenece… ¡al natural!
Qué curioso parece pensar que la mujer no puede vivir sin aplicarle rubor a sus mejillas, sombra a sus párpados, rimel a sus pestañas y rojo carmesí a sus labios. Maquillaje, cosmética Pero algunas otras mujeres gustan de coleccionar labiales de varios colores para sus labios y les gusta maquillarlos a diario del mismo color que llevan el vestido puesto.  Jamás se atreverían a ponerse algo que no combine, por ejemplo: Un vestido rojo y pintarse los labios de color rosita… ¡Huy… qué esperanzas! Dirían algunas y con justa razón si no le queda.
Algunas otras mujeres son más modestas, prefieren aplicar en sus labios, sólo un poco de brillito coqueto y en sus mejillas un par de pinceladas de polvos naturales como el de arroz o el de avena, pues encima de que hacen lucir genuino al rostro de la mujer, lo protege de impurezas al salir a la calle y tener contacto con el polvo, el aire y el sol.
Sin embargo, es muy raro encontrar hoy en día, a una sola mujer que no use para nada el maquillaje, que sea tan valiente como para no depender de su estuche 76¿
nt¿g´b{h   precioso de pinturas y accesorios para maquillar o decorar su rostro, o inventar varias Mujeres de mil rostros que le agraden y que por supuesto le acompañan a donde quiera que va.
No sé si se han dado cuenta amigas queridas, que nosotras las mujeres inventamos mil rostros, que son como máscaras para cubrir u ocultar nuestra belleza natural genuina, la cual no necesita ningún tipo de maquillaje y la única que no nos exige nunca nada y aguanta todas las “carrillas” que le damos a diario, soportando el peso del paso del tiempo y de los rubores, polvos y rímeles, maquillajes líquidos o grasos y resecantes que nos hace lucir a veces peor de lo que pensamos, y en todo caso, hasta termina maltratándonos y castigándonos la piel del rostro.
Pero en fin; a la mujer no parece importarle ese tipo de “inconvenientes” con tal de lucir con un rostro diferente para cada ocasión: De día para salir al trabajo algunas mujeres son bastante generosas con la carga de maquillaje, otras prefieren lo suave, los tonos pálidos y delicados. Mujer maquillándose Ah, pero eso sí; se están retocando toditito el día, no quieren soltar la máscara (jajaja) como si se ocultaran de algo o de alguien y hasta llegamos todas a creernos que en verdad nos vemos más bonitas maquilladas ¿verdad?
El acto de maquillarse por lo tanto (o de lucir mil caras), se ha convertido en un hábito, una costumbre milenaria que al parecer nunca pasará de moda y qué bueno por un lado que no pase de moda, porque ¿se imaginan qué dirán los pobres hombres feos que no cuentan con esta suerte de poder maquillarse? y estos sí que son muy “valientes” y siempre muestran su único rostro, tal cual es.
La mujer posee esa gran ventaja, (la de buscarse otra imagen con maquillaje), pero no abusemos de las máscaras amigas. Por el contrario, vamos ejercitando poco a poco el hábito de ir quitándonos gradualmente esas máscaras que demeritan la belleza natural de la mujer que luce firme,sin maquillaje fuerte fiel y segura siempre bajo nuestra linda y perfumada piel de mujer.
¿Han tocado su rostro a oscuras alguna vez? El rostro nos dirá mil cosas: “Qué bueno que llegó la noche y me limpiaste, me bañaste, me quitaste toda esa grasa que me estaba asfixiando”, “qué bien me siento así, mis poros pueden respirar libres sin ninguna oclusión que me lo impida” “ay, por fin… vamos a descansar”
Seguro quienes no estén de acuerdo, darán el grito en el cielo o querrán hasta lincharme (jajaja), pero no huiré, aquí estaré para recibir y compartir con todas ustedes, nuestros humildes comentarios, porque ustedes merecen esto y mucho más.

martes, 20 de agosto de 2013

TRISTEZAS DE MUJER




¿Qué tienes, mujer, que en tu mirada se percibe la tristeza?
¿Acaso se apagaron los luceros? ¿Acaso tus ojos no perciben el titilar de las estrellas?
¡Deja que los tibios rayos de luna acaricien tus cabellos y que tu piel se nutra de sus hermosos destellos! ¡Despierta!

 Mirada de tristeza

Eleva tus ojos al cielo y, en muda contemplación, fija tu dulce mirada en cada estrella fulgurante… Deja que vuele tu mente y que tu alma se aposente en los linderos de las nubes. Quizás escuches el cantar de los pajaritos… quizás escuches las olas del mar. Y, quizás, tu melancolía, tu tristeza y tu dolor se pierdan en el olvido… y te sientas como el ave que retorna a su nido. ¡La maravilla del amor!… la maravilla de saber que existe Dios, quien mitiga tus dolores, quien te guía hacia nuevos albores.
Desechad tristezas y melancolías

… ¡Llénate de vida! Siente los colores que en mágicos fulgores se deslizan por tu piel…  Tú, mujer fiel, segura, fuerte, apasionada.  Mujer, que de tu vientre alimentas a la vida… por eso eres tan querida, respetada y valorada.
¡Anímate, mujer!  Que no te abata la tristeza, que no te envuelva la melancolía. Que naciste perfecta, hecha una reina. Levanta la mirada y enséñale al mundo tu fuerza y entereza, y que la seguridad te envuelva y renazca en ti la cordura, el afán y el amor.
Que no te abata la tristeza, mujer

Eres el ser más perfecto.  Abre tus alas y vuela…  nada te puede detener. Seca esas lágrimas y llénate de valor.
No te olvides: eres una maravillosa mujer.

jueves, 8 de agosto de 2013

¿ NECESITAS UN CAMBIO DE TÁCTICA ?




En ocasiones nos encontramos caminando en círculos, sin lograr progresar en la vida…

Es normal sentirnos atascadas de vez en cuando, hay situaciones en la vida de la que es difícil salir.

Cuando nada cambia, cuando todo falla, cuando no logramos progresar… consideremos cambiar de táctica.

Igual en lugar de esperar cambios, debemos hacer algo por forzar los cambios.

 Los seres humanos tenemos una tendencia muy marcada, y es que nos cuesta salir de nuestra “zona de confort” (esto quiere decir que nos sentimos cómodas con la manera en que vivimos, y pensamos que hacerlo de otra manera nos resultará muy incómodo).

Esperando al hombre perfecto

Nos aferrarnos a nuestros patrones, a nuestros hábitos, a nuestra manera de hacer las cosas (porque siempre lo hemos hecho así, porque no sabemos hacerlo de otra manera, porque no sabemos qué pasará si cambiamos…) y soñamos con el día en que todo cambie.

Nos convencemos de un pensamiento muy peligroso:  Creemos que haciendo lo mismo, conseguiremos resultados diferentes.

Quizás sea el momento de buscar un cambio de táctica. Puede ser que necesites ver cambios en tu relación de pareja, que haya una situación familiar complicada que nunca termina por resolverse, que tu negocio no termina de funcionar como debería…  y un largo etcétera.

Si esperas que algo suceda...

Si quieres un cambio, necesitas cambiar.  Necesitas mirar las cosas desde otro ángulo, diseñar nuevas estrategias, cambiar actitudes, implantar métodos diferentes…  ¡Algo tiene que cambiar!  Si no te atreves a hacer el cambio, ¿por qué piensas que la situación va a cambiar? Es verdad que hay situaciones que parecen arreglarse solas, pero si esperas a que “algo suceda”, te arriesgas a que “nada suceda”.

Si no cambias nada, nada cambia

Los cambios suelen parecernos arriesgados y nos dan miedo, pero…  si hay una situación que nunca termina por arreglarse, ¿qué puedes perder?  Utiliza tu inteligencia para planificar bien qué es lo que necesitas hacer, pide consejo, medita tranquilamente sobre qué dirección tomar (no te apresures), y cuando lo tengas claro, ¡ve a por ello!