jueves, 29 de enero de 2015

NO TAN JOVEN ... PERO SI MAS BELLA



La lucha por mantener la eterna juventud es una de las mayores batallas de la mujer. La sociedad nos convierte en adictas, necesitando estar siempre bellas y jóvenes, midiendo nuestra valía en función de la tersura de nuestra piel.

Mejor sería madurar con dignidad y estilo. La mujer madura es más fuerte, segura e interesante y, por lo tanto, más atractiva.
La juventud es una etapa maravillosa por la que todas pasamos y disfrutamos. Sin embargo, la juventud es una etapa más de la vida:  no es la única, ni la mejor.

La vida es perfecta tal y como es.
 Cuando disfrutamos de la juventud, solemos también sufrir de la inseguridad que la caracteriza, y no nos valoramos ni conocemos como debiéramos. Cuando el tiempo pasa y no somos tan jóvenes, es cuando verdaderamente sabemos quiénes somos y lo que queremos.

La juventud está para compensar las inseguridades y los errores. La madurez, para afrontar los cambios de la vida y de nuestro cuerpo. Aprovechemos la madurez para convertirnos en una gran mujer, más fuerte, más valiente, más segura y mucho más atractiva.

Cuando aprendes que la autenticidad, el carisma, la seguridad, y el ocuparse de una misma es lo más atractivo de una mujer, te darás cuenta de que no habrá piel, por tersa que sea, que pueda competir contigo.  Una mujer con ganas de comerse el mundo es la más interesante de todas. La juventud puede ser embriagadora y deseable, pero en el medio plazo, si sólo es eso, aburre.

Por muy atractivas y jóvenes que podamos ser, si no cultivamos nuestra personalidad, sólo seremos como la bonita portada de un libro, que una vez ojeado, no apetece leer. Sustituyamos nuestras preocupaciones más banales y ocupémonos de equilibrar nuestra vida con nuevos y apasionantes retos.

La mujer valiosa es aquella que sabe madurar con dignidad, la que se siente hermosa por dentro y por fuera, la que toma las riendas de su vida, y que sabe adaptarse a los cambios. Sus arruguitas sólo le recuerdan las experiencias vividas, sus risas y sueños cumplidos.

Suspirar por quienes fuimos o compararnos con las demás es darnos muy poco valor a nosotras mismas. La vida no es un concurso: No hay ninguna mujer en el mundo que pueda compararse contigo. Como tú, no hay ninguna. Explota siempre lo mejor de ti, sin compararte con nadie más.
No importa tu edad, ni tu altura, ni tus medidas. 
Si tú te sientes bella, así te verán.
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miércoles, 14 de enero de 2015

UNA EXISTENCIA VANA





Eras especial cuando naciste
 en ti había belleza angelical
 y pronto la gracia perdiste
 al temprano caer en lodazal.

La inocente criatura que naciste
 la que otros como yo admiraron
 se fue; cuando apenas creciste
 y tus virtudes todas agonizaron.

De la belleza que ayer tuviste
 con la cual tú adornabas todo
 queda el sendero que abriste
 en el laberinto del maldito lodo.

A muchos tu cuerpo exhibiste
 y ellos ciegos ante ti rendidos
 se embriagaron de lo que diste
 beldad por la cual ellos rendidos.

Te admiraron porque bella naciste
 y muchos tu belleza la codiciaron
 y allí fue cuando el pudor perdiste
 porque en el lodo ellos te anclaron.


Hoy sola vas con tu mirada triste
 tu faz de arrugas tienes surcada
 y sin la belleza que ayer tuviste
 sois otra como tantas ya ignorada.

Esos con quienes tu ayer perdiste,
 esa belleza y primaveral candor
 ignoran mujer que aun tu existes
 al perder tu cuerpo el esplendor.

Sólo las huellas que adquiriste
 son quienes te hacen compañía
 lo bello de tu juventud perdiste
 y en ti anida tristeza y agonía.

Hoy sin el atractivo que naciste
 sois hoja de árbol desprendida
 yacida porque el vigor perdiste
 en esa tu carrera enloquecida.

Hoy que tus fuerzas ya perdiste
 por ende esa tu beldad y lozanía
 tienes el lodo en que ayer caíste
 igual la falacia de tu belleza ida.

Ahora que ya tu beldad no existe
 ni tampoco esa juventud lozana
 debes aceptar; solo ayer tuviste
 una existencia solamente vana.