ME AMA DIOS?
No es fácil entender la profundidad del amor de Dios por nosotros. Debido a nuestro orgullo y temor, no comprendemos lo in merecedores que somos y lo gratis que es Su amor. Yo a veces lucho con el orgullo, por lo que tiendo a pensar que me he ganado el amor que recibo. El orgullo me dice que soy amado únicamente cuando soy amable, respetable y digno. Otras veces siento el tirón del temor. En el fondo sé que no merezco el amor que recibo. Mis motivaciones nunca son puras, y temo que vaya a ser rechazado si se conocen. O sea que aun cuando me complazco en la aceptación, vivo con el temor de ser desenmascarado, de revelar que soy mucho menos de lo que otros creen. Por tanto, cuando considero mi relación con Dios tiendo a sentir que su amor por mí se basa en mi desempeño. Cuando hago las cosas bien, Él me ama; pero si meto la pata, entonces sólo espero su reprensión. Sin embargo, Dios no nos ama porque lo merezcamos. Nos ama a pesar de lo que somos. En 1 Juan 4:10 leemos: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo. . . ." Gracias a lo que Jesucristo hizo por nosotros sabemos que siempre somos amados por Dios. Esa simple verdad destroza nuestro orgullo y desvanece nuestro temor.
No es fácil entender la profundidad del amor de Dios por nosotros. Debido a nuestro orgullo y temor, no comprendemos lo in merecedores que somos y lo gratis que es Su amor. Yo a veces lucho con el orgullo, por lo que tiendo a pensar que me he ganado el amor que recibo. El orgullo me dice que soy amado únicamente cuando soy amable, respetable y digno. Otras veces siento el tirón del temor. En el fondo sé que no merezco el amor que recibo. Mis motivaciones nunca son puras, y temo que vaya a ser rechazado si se conocen. O sea que aun cuando me complazco en la aceptación, vivo con el temor de ser desenmascarado, de revelar que soy mucho menos de lo que otros creen. Por tanto, cuando considero mi relación con Dios tiendo a sentir que su amor por mí se basa en mi desempeño. Cuando hago las cosas bien, Él me ama; pero si meto la pata, entonces sólo espero su reprensión. Sin embargo, Dios no nos ama porque lo merezcamos. Nos ama a pesar de lo que somos. En 1 Juan 4:10 leemos: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo. . . ." Gracias a lo que Jesucristo hizo por nosotros sabemos que siempre somos amados por Dios. Esa simple verdad destroza nuestro orgullo y desvanece nuestro temor.
NADIE ESTÁ FUERA DEL ALCANCE DEL AMOR DE DIOS.
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