lunes, 26 de julio de 2010

! SOY UNA MUJER QUE MARAVILLA !





Muchas mujeres dicen que preferirían haber nacido hombres o así parece por sus actitudes y acciones. ¿No se han dado cuenta de la maravilla de ser mujer? No me convence que los hombres nos superen; por el contrario, ¿qué harían ellos sin nosotras?



Últimamente se lee y se escucha mucho sobre la discriminación de la mujer, sobre su derecho a ser igual que el hombre, tener las mismas oportunidades, etc. Estoy de acuerdo con mucho de esto: tenemos derecho al mismo respeto y a las mismas oportunidades porque poseemos la misma dignidad de seres humanos. Pero de ahí a querer “hacerme” igual al hombre hay mucha diferencia.
El más maravilloso de los seres Hace pocos meses tuve la suerte de escuchar a un hombre con una enorme experiencia de vida (de la buena, de la que nace del trato con hombres y mujeres de toda condición y todas las edades y que ha aprendido de ello a descubrir lo bueno de todos), en una conversación con un grupo de chicas jóvenes. Les decía, y cito textualmente, “la mujer es el más maravilloso de todos los seres que existen”. Les doy algunos ejemplos por los que yo concuerdo con él.
Dos modos que se complementan Las mujeres nos caracterizamos por ciertas cualidades “subjetivas”. Subjetivas no por poco reales sino por dirigirse al sujeto, a la persona como fin y como referencia. El hombre en cambio se caracteriza por una conciencia más objetiva, más fría de las cosas; para ellos son más importantes los logros materiales, las ganancias objetivas, los pasos dados; la mujer se interesa más por las personas, por sus sentimientos y sus disposiciones frente a algo que ha de acometerse. Ambas cosas son necesarias, sin ellos viviríamos en un mundo desorganizado, dirigido por lo subjetivo y sin ellas en una sociedad inhumana, donde sólo cuentan los logros materiales. Por supuesto que soy consciente de la existencia de mujeres muy organizadas y objetivas y varones muy sensibles y capaces de comprender y atender esas necesidades interiores de los demás. Pero si no existiéramos nosotras, el mundo sería más duro, más frío y menos hermoso.
La mujer integra Yo admiro en los hombres algo que, personalmente, no poseo en absoluto: el ser capaces de mantener cada aspecto de la vida en su lugar, por separado, y no permitir que se mezclen las situaciones y vivencias. Eso les facilita sacar adelante lo que tienen entre manos aunque otros aspectos de su vida estén bajo presión. Yo, como buena parte de las mujeres, junto todo. Lo mezclo todo, no logro dejar fuera del trabajo la discusión con mi hermana; ni estar tranquila con mis amigos cuando los negocios funcionan mal. Soy siempre una. Aunque eso a veces causa problemas; creo que es un don valiosísimo: poder contemplar siempre las cosas en su integridad, incluido el ser humano, y ser capaces de considerar todos los elementos en juego. Así no se pierde de vista el conjunto y al mismo tiempo se consideran todos los detalles.

Más fortaleza interior Otra cualidad que podemos considerar es la fortaleza. Si hablamos de fuerza física, ellos se llevan el trofeo, pero si hablamos de fortaleza interior, la situación es menos clara y con frecuencia somos nosotras las vencedoras. Nadie puede negar que una mujer reacciona mejor ante las dificultades, que su fortaleza interior la lleva a salir adelante y sacar adelante a los suyos mejor que el varón. Encontramos un ejemplo en aquellas mujeres que ante una dificultad familiar, social o económica extraen de su interior una gran fortaleza y, sin que nadie lo imagine, sacan a sus hijos adelante en condiciones extremadamente difíciles.

Supera mejor el ambiente En las mujeres los sentimientos y emociones tienden a involucrarse en todos los aspectos de la vida; pero en determinadas situaciones podemos dejarlas en un segundo plano para concentrarnos en aquello que realmente nos importa. Por el contrario, a los varones les es más difícil superar ciertas distracciones cuando intentan llevar a cabo una tarea, necesitan un ambiente que les garantice el poder concentrarse en lo que desean. Recuerdo haber leído, hace algunos años, una aseveración que llamó mi atención en un reportaje sobre accidentes automovilísticos. Afirmaban que la mujer es más hábil a la hora de conducir con un grupo de niños bulliciosos y activos dentro del coche. Ella puede mantenerse tranquila mientras que los varones tienden a desesperarse porque no poseen el silencio y la tranquilidad necesarios
Son madres que es más que padres Y, aunque lo he dejado para el final, definitivamente no es la capacidad menos importante: podemos ser madres. Y ¿qué?, los hombres pueden ser padres. No es lo mismo. Nunca será lo mismo. La unión, la comunicación que se produce entre la madre y el bebé desde antes de su nacimiento, sentir que va creciendo, que comienza a moverse, que se alimenta a través de nosotras, que depende de una es un tesoro y una fuente de realización y felicidad increíbles. Un hombre nunca llegará a compartir lo que una madre comparte con su hijo por muy buen padre que sea y por muy cercano a sus hijos que esté. Si esto fuera lo único que nos distinguiera, si no tuviésemos ninguna otra cualidad, bastaría esto para que ser mujer valiera la pena. Y si lo juntamos con todo lo demás. ¡Díganme qué más se puede pedir!
Enriquecer entre ambos Obviamente lo mejor de todo es poseer el equilibrio y lograr enriquecer al mundo con las características y cualidades de cada sexo. Un mundo sólo de mujeres o sólo de hombres, además de quedar disminuido en capacidades, perdería mucha de la riqueza y diversidad que le otorgan las diferencias y complementariedades entre ambos. Y sería un aburrimiento.
Aprovechar la diferencia He enumerado sólo algunos aspectos por los que yo me siento realizada como mujer y por los que doy gracias a la vida. Seguramente hay muchos otros, y lo mismo pueden decir los hombres. ¿Por qué no buscarlos y aprovecharlos? Vale la pena.

lunes, 19 de julio de 2010

LA NATURALEZA DE LA MUJER

La naturaleza de la mujer y su especial sensibilidad por la vida humana son precisas para que ésta no desaparezca masivamente

La mayor creación que un ser humano puede experimentar es crear otro ser humano y, si bien ambos sexos contribuyen en este hecho, el sexo femenino participa de forma más decisiva e implicada. La nueva vida se engendra y desarrolla en el cuerpo femenino. Ningún varón sobre la tierra tiene esta experiencia. Las mujeres saben lo que es, porque lo han experimentado, que otra vida se desarrolle dentro de ti, los varones no. Las mujeres sufren por esto, su cuerpo se deforma y deteriora, y el máximo dolor llega en el momento en que el nuevo ser humano vive de forma independiente. El máximo dolor se mezcla con la máxima alegría, una vez más la naturaleza demuestra su sabiduría. Quien ha experimentado esta experiencia creadora de vida de un ser semejante, imagino que no la olvida jamás.

Las mujeres por ello tienen una especial sensibilidad frente a la vida, frente a la nueva vida de un semejante. Los hombres sencillamente no. He sido por dos veces padre y he verificado esta realidad en muy diversas situaciones con el mismo resultado. Frente a una nueva vida es raro que los varones muestren algún interés, hay casos, pero excepcionales; sin embargo, lo que en el hombre es excepción en la mujer es la norma habitual.

Frente a la creación humana concreta, la mujer la valora más, la vive más. Esto lo puede apreciar fácilmente cualquier padre que pasee con su hijo o hija de corta edad. Es muy raro que un varón muestre atención por él o ella, no así las mujeres. Yo he experimentado esto con mis hijos en la calle o en el mercado o en cualquier lugar público. De ello se puede deducir que también la mujer sufre más por su destrucción. Frente a la vida humana, la mujer tiene más respeto por ella que el hombre. Es razonable a la luz de lo anteriormente expuesto. No se valora igual lo que no se ha vivido ni experimentado. Un hombre nunca puede valorar igual que una mujer una vida humana, sencillamente porque no ha tenido la experiencia creadora de la misma. Por ello, le cuesta menos destruirla.

Hoy, como casi siempre, el mundo sigue siendo de los hombres. Son los hombres los que toman las principales decisiones de nuestro planeta. El poder político, económico, científico está en sus manos. Y, sinceramente, no lo están haciendo muy bien. La muerte y la destrucción de vidas humanas presiden su actuación de forma predominante. Tras algunos milenios de historia humana, el varón se ha mostrado incapaz de ni siquiera atenuar el problema clave de nuestra existencia: evitar que nos matemos de forma directa (guerras) o de forma indirecta (hambre). Casi podríamos afirmar que en el último siglo es en el que más y mejor se ha matado, tanto directa como indirectamente, y no sería una afirmación errónea.

El mundo necesita a las mujeres para superar los límites de los hombres. La naturaleza de la mujer y su especial sensibilidad por la vida humana son precisas para que ésta no desaparezca masivamente.

La agresividad, el espíritu agonal y la falta de sensibilidad por la vida en su grado preciso, que caracteriza, en líneas generales, al varón, no son buenos para la subsistencia de la especie. Al menos hasta ahora no lo han sido. Demasiada testosterona. Es necesario que los hombres aprendan a valorar más la vida humana o que las mujeres, que la valoran más, accedan a puestos decisivos donde su influencia pueda contribuir a reorientar el lamentable curso actual de los acontecimientos. Pero hacen falta mujeres que actúen como mujeres, no mujeres que actúen como hombres, pues este supuesto, sin lugar a dudas, sería el peor de todos, y no estoy muy seguro si es el que se está paulatinamente imponiendo.

lunes, 12 de julio de 2010

UNA MUJER VERDADERA




¿Alguna vez nos hemos replanteado cómo ser una mujer deseada?¿Alguna vez nos hemos replanteado ser una mujer deseada, admirada y soñada, únicamente por nuestras cualidades, únicamente por ser quienes somos y sin llevar la etiqueta de la vulgaridad de las calles?¿Alguna vez nos hemos replanteado mirar hacia el pasado y admirar el giro que ha dado la imagen de una mujer?¿Alguna vez hemos pensado en lavar la mala reputación que nos han dado el sector masculino y las féminas que se les asocia a la profesión más antigua del mundo?

Paradójicamente, la mujer se la infravalora cuando no roza la vulgaridad, cuando no muestra al público sus atributos sexuales, cuando da un "no" como respuesta a un polvo, probablemente digno de categorizarlo como polvo desastroso. Hombres que valora a la mujer solamente por lo anterior. Mujeres que infravalora a las que no llevan como apellido "fulana", que hacen de la imagen de la mujer como un mero objeto sexual, como un mero icono de la vulgaridad.

La mujer se ahoga en la sociedad que la envuelve, dejándose arrastrar por las descalificaciones, sin opción a hacerse valer, ni que la admiren por ser una mujer bellísima, sino acabando siendo una infeliz, una mujer utilizada, insultada y finalmente despreciada cuando ya no tiene ningún tipo de utilidad porque lo que se dice valor, jamás lo ha tenido.

Prácticamente la mayor parte de la culpa la tenemos nosotras mismas, por dejarnos ahogar, por arrastrarnos a una corriente que siempre desemboca en un abismo. Atacarnos a nuestro propio sector, atacamos a la mujer cuando no cumple los requisitos del zorrismo, del puterío... cuando no cumple los mandamientos de la vulgaridad:

1.Amarás a cualquier hombre que te considere un mero objeto sexual.
2.Accederás a todo tipo de caprichos sexuales sin importar tu opinión.
3.Insultarás a tu propio sector femenino por hacerse respetar.
4.Te someterás a duras y estrictas reglas de adelgazamiento, importando muy poco que tu salud se marchite.
5.Admirarás cuando te abandonen por otra mujer de tus mismas caractéristicas y con la cabeza bien alta, irás a buscar a otro hombre que te utilice del mismo modo que lo ha hecho el anterior.
6.Accederás a relaciones sexuales sin preservativo, sin llegar a pensar en posibles enfermedades de transmisión sexual, ya que tu obligación es tomar la píldora como buena profesional de la vulgaridad.
7.Serás admirada por tus grandes dotes de puterío.
8.Solo te recordarán por la que se ha acostado con toda la empresa o quizá, solo quizá, tengas la suerte de que te recuerden por haberte acostado con toda la ciudad.
9.Solo serás admirada por tus dotes sexuales y por dejarlos mostrar en público.
10.Y sobre todo, nunca te quejarás de haber adquirido el calificativo de la profesión más antigua del mundo....
Es curioso, que en el siglo XXI, la mujer siga siendo un icono de la vulgaridad, que solo se le tenga en cuenta por eso y que una vez utilizada, sel a deje encasillada en el papel que ha adquirido.

lunes, 5 de julio de 2010

...MUJER ...




Sin mujer al lado no puede el hombre ser en verdad perfecto. Ludovico Ariosto (1474-1533), poeta italiano.

Las mujeres son las reinas de los jóvenes, las compañeras de los adultos y las nodrizas de los viejos. Barón de Verulam, Francis Bacon (1561-1626), filósofo y político inglés.

Sentir, amar, sufrir y sacrificarse, será siempre el texto de la vida de las mujeres. Honoré de Baizac (1799-1850), escritor francés.
No se nace mujer: se llega a serio. Simone de Beauvoir (1908-1986), escritora francesa.

Como los hombres pusieron la ley a su parecer, dejaron a la mujer lo peor Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), escritor español.

No hables mal de las mujeres: la más humilde te digo que es digna de estimación porque, al fin, de ellas nacimos. Pedro Calderón de la Barca (1600- 1681), escritor español.

La mujer bella es un libro que consta de una sola página y se examina con una sola mirada. La mujer buena y bella es un libro que consta de tantas páginas que la vida entera no basta para hojearlo, ni el corazón para sentir las emociones que produce. Severo Catalina ( 1832-1871), político y escritor español.

Es natural condición de mujeres desdeñar a quien las quiere y amar a quien las aborrece. Miguel de Cervantes Saavedra ( 1547-1616), escritor español.

Sin la mujer el hombre sería rudo, grosero, solitario y carecería de la gracia que es el sonreír del amor. Vizconde de Chateaubriand, Frangois René Chateaubriand (1768-1848), escritor francés.

Una mujer sin ternura es una monstruosidad social de la naturaleza, más aún que un hombre sin valor. Auguste Comte (1798-1857), filósofo francés.


Mostradme al hombre que diga algo contra las mujeres como tales mujeres, y declararé solemnemente que no es hombre.Charles Dickens (1812-1870), escritor inglés.


Acepto que hable mal de las mujeres quien pueda olvidarse de haber tenido una madre. Ugo Foscolo (1778-1827)-, escritor italiano.

La mujer tiene sólo un camino para superar al hombre: ser cada día más mujer
Ángel Ganivet (1865-1898)-, escritor y diplomático español.

Cuando juzgamos a una mujer no pensamos suficientemente en lo difícil que es ser mujer. Paul Géraidy ( nacido Paul Le Févre) (1885-1954), escritor francés.

La mujer ve en profundidad; el hombre, en amplitud. Para el hombre el corazón es el mundo, para la mujer el mundo es el corazón. Christian Dietrich Grabbe (1801-1836), dramaturgo alemán.