viernes, 26 de septiembre de 2014

DE LAS RUINAS DEL CASTILLO




Aquel era un Castillo como cualquier otro, pero único como cualquier otro. Dentro de él muchos eran los caminos y habitaciones, parecía que no tuviera fin pues poseía una profundidad como la que posee cada ser, cada persona. Era un bonito Castillo, rodeado de vegetación y un hermoso lago azul del cielo.
Se comentaba algunas cosas de ese sitio, entre ellas: los grabados que tenían los cristales de las ventanas, grabados de infancia y de ilusión que tomaban vida cuando la luz del sol rociaba su brillo sobre ellos. Parecía que danzaban, parecía que soñaban. Cada uno, episodios de tiempos pasados, tesoros que jamás se pierden ni por acción del tiempo.
Todos estos cristales, bellos cristales, rodeaban al Castillo desde lo más alto a lo más bajo. Por lo general, siempre hacía un buen tiempo en ese sitio, aunque como es normal llovía de vez en cuando, pero venía la calma después de la tempestad.
Un día las tormentas se apoderaron del Castillo, truenos y relámpagos, el mal tiempo abundaba, ya el sol no hacía danzar los grabados porque no había sol, no había luz. Gran parte del Castillo se sumergió en sombras. Dentro sólo había silencio aunque de vez en cuando se escuchaba la voz del trueno como un profundo eco, eco que se esparce a través de la nada, porque en eso se había convertido el interior del Castillo: en nada.
Y los cristales se volvieron un muro de piedra, las compuertas y puertas se alzaron cerrándose vertiginosamente, pareciera que ese Universo se hubiese encerrado en sí mismo mientras el caos se apoderaba del entorno.
Fue entonces cuando llamaron a la puerta principal. Dos guerreros salieron a recibir al visitante. Al verlo le saludaron con respeto agachando sus cabezas y miradas, más no cruzaron palabra alguna. El visitante vestía con una hermosa capa Violeta y su porte y presencia inspiraban respeto. Caminó hasta la sala principal y detrás lo siguieron los dos guerreros. Más la sala no era lo que solía ser, ahora estaba en sombras con una luz muy tenue a lo lejos.
- ¿Qué ha pasado acá? -. Preguntó el visitante.
- Creador, su Universo ha sido maltratado, nos golpea la máxima de las tormentas que jamás nos asoló -. Respondió uno de los guerreros, quién llevaba una túnica Azul.
- Ha sido mi culpa -. Continúo el guerrero de túnica Roja.
- ¡No es así! Todos fuimos engañados… -. Replicó el de Azul.
Azul era el guerrero denominado Razón, para él todo tenía una explicación, una verdad y una lógica. El guerrero de Rojo era representación de la Intuición, por ende manejaba sentimientos y emociones. El Creador era quien había construido aquel Castillo, su Universo, su Hogar, su Yo.
- No es momento para buscar responsables, ¿Cuánto es el daño recibido? -. Preguntó entonces el Creador.
- Mírelo por sí mismo Creador…-. Le dijo Razón mientras señalaba una de las puertas.
El Creador se movió hasta la habitación señalada y miró dentro de ella. Aquella era la habitación de Razón, dentro había una gran biblioteca donde se podían encontrar todas las cosas que él había aprendido, los razonamientos, las Reflexiones.
Habitualmente se encontraba todo aquello muy ordenado, ahora todo yacía en el suelo, revuelto, como pensamientos sueltos, sin orden, sin concordancia, sin relevancia. Algunos Pensamientos importantes yacían calcinándose pues se habían vuelto obsoletos, ya no se podía creer en algo que estaba demostrado no era cierto. El Creador miró a Razón y pidió una explicación.
- Toda mi vida creí que la Verdad estaba por encima de cualquier mentira, y que si se era honesto se recibiría lo mismo de las personas. Además, que una mentira no podía ser consistente por mucho tiempo, porque una mentira siempre lleva a la otra y en algún punto se cae, corroboré que no necesariamente aquello es cierto, corroboré que de verdad se puede crear una mentira consistente, y que el hecho de ser honestos no garantiza que los demás lo sean.
Por eso he quemado ideas, conceptos que ahora están errados, porque está demostrado que tales ideas no eran como se habían pensado -. Respondió aquel. El Creador no dijo nada respecto a eso, en su lugar continúo viendo y buscando los daños causados al Castillo. Llegó entonces a la habitación de Intuición.
Intuición manejaba emociones y sentimientos, por lo general siempre se empeñaba en mantener el orden, pero aquella habitación era el Infierno mismo. Todo estaba revuelto, la tristeza imperaba, el dolor se imponía y aquellos como la alegría eran relegados a un rincón profundo y sombrío. Aquel sitio ya no era de Luz, era un cuarto invadido por las sombras.
El Creador se volteó entonces y miró a Intuición como buscando alguna respuesta, pero el guerrero seguía cabizbajo, desde que él había entrado al Castillo no lo vio mirarlo un instante a los ojos. Se sentía el culpable de todo aquel desastre, se decía que si tan sólo hubiese hecho su trabajo aquella nube de sombras no habrían llegado tan lejos, que tenía que haberse dado cuenta… pero no pasó.
El Creador entendió que el sufrimiento de Intuición era inmenso, mucho más que el de Razón, por lo menos Razón sabía que no solamente él era responsable, entendía que había actuado con lógica, y por ello no vio que algo no calzara, pues efectivamente aquel ataque de mentiras era tan perfecto como la Verdad misma. El Creador continúo examinando aquel Castillo, sus golpes y destrozos, la oscuridad en la que se había sumido. Aquel ya no era lo que había sido. De repente se volteó y preguntó.

- ¿Dónde está Corazón? -. Se había extrañado de no verlo aún.
Ambos guerreros se miraron entre sí, fue cuando Razón señaló la habitación al fondo, la más oscura, la más sombría. El Creador se apresuró a llegar al sitio señalado y miró hacía dentro. Allí estaba Corazón tumbado en el piso, agujereado por las dagas que lo habían azotado, adolorido, triste, con un pequeño halo de vida.
La pasividad que había estado en el rostro del Creador fue perturbada, no podía creer que Corazón estuviera tan dañado, se acercó rápidamente y se tumbó de rodillas junto a él.
- ¿Qué te han hecho? -. Le dijo.
Corazón lo miró con ojos tristes. El Creador lo tomó entre sus brazos y lo arrulló.
Razón e Intuición sufrían, ninguno había podido proteger a Corazón y ahora él moría.
- Eres un corazón que amó mucho -. Le decía Creador. - Y que aún es capaz de amar a quien le hirió con tanta fuerza que ni siquiera es necesario el perdón a su ofensor, porque para ti no hay ofensa, y he allí tu halo de vida… el Amor -.
Creador colocó su mano sobre la más grande y profunda de las heridas.
- El Amor dentro de ti será tu cura, porque el Amor es Vida, es lo más fuerte y más sagrado que puede haber. He allí El Magno Poder -.
Mantuvo así su mano sobre aquellas heridas y exclamó:
- La Luz siempre es más poderosa que las sombras, las sombras no tienen poder alguno, no importa cuán grande sea ante nuestros ojos, no tiene poder. Odio y rencor no son remedio y tan sólo traen dolor al dolor.
A las llamas del Fuego Violeta echamos todo lo malo, todo aquello que causó algún daño para que sean transmutados. Bendecimos el bien recibido y seremos justos reconociendo lo bueno que se nos dio. Que las lluvias que han caído de nuestros cielos, de nuestros ojos, rieguen las nuevas flores que mañana verán la luz del día. Que como girasoles volteemos a ver la luz, y como aves en vuelo demos paso a nuevos horizontes, a nuevos tiempos.
Que nuestro dolor resulte ser el crisol que nos dé sabiduría para aprender a vivir al paso de los días. Que el tiempo sea nuestro camino y que junto a él vivamos los procesos que nos corresponda superar. Que cada día sea un día maravilloso, y volemos juntos por este cielo hermoso.
Que aunque nuestra Razón e Intuición nos hayan fallado, sepamos perdonar y perdonarnos, pues nada está dado y nada es predecible ni somos infalibles. Sigamos creyendo y sigamos creando pues mañana es un nuevo día, mañana habrá un nuevo sol y jamás nada puede vencer al Amor…-.
Después de esas palabras, las heridas sangrantes de Corazón cerraron quedando en su lugar apenas cicatrices, cicatrices que le recordarán que amó mucho y que el Amor es más fuerte que cualquier otra cosa.
Razón volvió a su habitación y poco a poco restablecería el orden, aprendería lo necesario y mejoraría lo que ya sabía. Intuición también hizo lo que le correspondía.
Corazón por su parte colocó en un lugar privilegiado los buenos recuerdos de quienes le habían hecho algún daño, y dejó ir lo malo junto al Fuego Violeta. Los cristales convertidos en muros de piedras se revirtieron, y a la mañana siguiente danzaron de nuevo a la luz del sol. Lo que había sido roto fue restablecido en aquel castillo…
Puede que un día nuestra razón e intuición nos fallen y puede que alguien termine dañándonos de alguna manera, pero no por ello dejemos que las culpas y los rencores se apoderen de nuestro corazón pues él es un tesoro.
Tal vez no todos logren verlo, pero lo más importante no es eso, lo más importante es que no dejes de verlo tú. Si nuestro corazón amó mucho, entonces que no deje de hacerlo, que no lo opaque las sombras porque las sombras no tienen poder sobre el amor, el amor que yace en tu corazón… Despierta.

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