jueves, 18 de diciembre de 2008

Nadie tiene el permiso de hacerme sentir mal sin mi permiso”.





Esta frase de la sabiduría popular envuelve una grandísima verdad, veo diariamente personas que se molestan unas con las otras por las cosas que se dicen o hacen; por una mirada, por una actitud hiriente o por palabras ofensivas, etcétera. Más allá de la cotidianidad que estas actitudes conllevan, siempre encontramos personas que en alguna medida valoran demasiado lo que los demás les hacen o dicen. A veces me ocurre. Cierta mañana una persona en mi entorno laboral se burlaba de una forma inocente de mi desayuno. Sin darme cuenta reaccioné a la defensiva y le di alguna explicación sobre ello. Después de unos minutos llegué a la conclusión que le estaba dando más valor del que realmente se merecía, de hecho ni siquiera se merecía una explicación de mi parte. Muchas personas pasamos por ese ciclo todos los días. Gran parte de nuestra energía vital diaria acaba en reaccionar ante lo que los demás nos emiten como pensamientos o acciones mal intencionadas.
Está en nosotros reaccionar de igual forma: infantilmente o con madurez, tú tienes la llave de tus emociones, eres el que decide cómo quieres sentirte. Puedes elegir terminar enfadado por una que no sabe conducirse como es debido, o al contrario concluyes riéndote de lo infantil que somos los seres humanos aún cuando ya somos adultos y se supone que deberíamos poder comportarnos de una forma razonable.
Nadie puede hacerte sentir mal ni mucho menos ofenderte, el que se ofende de lo que otros te dicen o hacen eres tú, si al contrario pones la perspectiva correcta y entiendes que no siempre los demás actuarán de forma razonable o con educación, hasta entonces empezarás a entender la verdad más profunda del dicho popular con que inicié este artículo, nadie tiene tu permiso para hacerte pasar un mal momento, nadie puede entrar en tu corazón y decirte “te obligo a que te sientas mal”, simplemente reaccionamos como me pasó a mí esa mañana.
Pero, después de unos minutos pensé en esa frase tan sabia, nadie puede obligarte a sentir algo que simplemente no es beneficioso para tu espíritu; vivir en paz no es fácil en un mundo lleno de personas violentas o malintencionadas, pero tampoco te pueden obligar a ser como otros quieren que seas.
Si decides ser un alma que se mueve en paz de acuerdo a una verdad de tranquilidad interior no habrá persona alguna que pueda sacarte de ese estado de pensamiento. Muchas personas han caminado en este mundo; han pensado, actuado de esa forma y logrado salir adelante ante situaciones duras y difíciles. Así que no decaigas.
Te invito a que lo intentes, piensas cuando alguien te ataque o te muestre animosidad o adversidad que esta persona está emitiendo energía negativa, pero que está en tus manos recibirla o simplemente dejarla correr, nadie puede obligarte a sentirte mal, eres tú al final el que decidirá cómo sentirte; la llave de tus emociones siempre ha estado y estará en ti, así que úsala con discreción y sabiduría.

3 comentarios:

maureen dijo...

a mi me parece que evidentemente depende de nosotros como sentirnos respecto a muchas condiciones y situaciones
lo mas importante es reconocernos a nosotros como personas extremadamente importantes y darnos todo el valor que merecemos y mas, amarnos y respetarnos
logrando ello, las palabras de los otro seran solo simples sonidos ininteligibles
y con ello que el mundo diga, piense y actue como quiera
xq conociendo mi valia, me siento bien

Alvaro dijo...

Yo, lamentablemente, padezco de ese problema. A veces le doy demasiada importancia a cosas que no tienen sentido y que lo único que hacen es torturarme. Siempre que lo analizo, pienso en cómo puede ser posible que yo me deje llevar por todo eso, si yo valgo mucho como para darle importancia, pero en otras ocasiones comienzo de nuevo a darle importancia a lo que no. Es como un círculo vicioso.

Pero a pesar de eso, hay que esforzarse para sentir que lo más importante y valioso es uno mismo y que lo demás es lo de menos.

Saludos, y buen post.

dolor de muelas dijo...

Según experiencias personales, considero que... no podemos evitar sentirnos mal por algo que alguien dice.
Cuando algo nuestro es atacado o nosotros mismos somos atacados sentimos el sentimiento, sin nada que podríamos hacer. El éxito está en que ese sentimiento de existencia natural, dure poco tiempo.
Dejo una frase:
-Aquel que dice "a mi no me importa lo que digan los demás, estará inmediatamente en espera de una respuesta de la otra persona a su frase"