La raíz de la violencia puede estar en una persona que no se ha perdonado a sí misma, o que no se acepta, suele mantener la atención centrada en aquello que no tiene y se olvida de aquello que tiene, vive un estado de insatisfacción constante añorando lo que ha perdido o lo que hasta ahora no ha conseguido. Experimenta con frecuencia sentimientos de envidia, rencor, odio, miedo, culpa, en general, un gran malestar que se manifiesta en crisis de ansiedad o estrés, reflejado en comportamientos inseguros o en extremo agresivos, hacia si mismos/as o dirigido a terceros.
Su autoestima se encuentra lesionada ya que muy dentro de sí piensa "con lo que tengo y con lo que soy, no merezco reconocimiento, respeto ., no valgo". Ante ello puede optar, ya sea por la sumisión, cediendo de manera persistente a lo que se le pide o exige que haga, evitando pedir o exigir lo que necesita por temor a no conseguirlo o simplemente por que no considera que lo merezca, puede pensar "no soy importante" esto le hace conservar una carga bastante pesada de rencor hacia si y hacia las personas que no le otorgan lo que quisiera obtener y que frecuentemente no solicita, culpa a sí mismo/a y a los demás de sus "desgracias". Todo esto implica una carga agresiva sobre la propia persona.
La otra opción que evidencia una baja autoestima en las personas que no se aceptan a sí mismas es decir que no se han perdonado, es exigir, criticar, juzgar, perseguir y maltratar a los demás bajo la creencia de ". no merezco reconocimiento ni respeto, no valgo"; para conseguirlo necesita inspirar respeto, sensación de fortaleza, control sobre el mayor número de situaciones posible, ya que de esta manera consideran que son tenidos/as en cuenta. En muchas ocasiones suelen practicar la agresión física y/o verbal como "la forma más efectiva" de mantener dicho control y evitar que se evidencie su latente debilidad, miedo y/o inseguridad. Un ejemplo de este tipo de conducta se puede inferir en un matrimonio que mantiene el maltrato en su relación habitual, el hombre maltrata a su esposa físicamente, de manera sistemática, propinando golpes que generan evidentes marcas en su piel o incluso en su motricidad u otro tipo de discapacidad, adicionalmente, envía mensajes verbales de sub - valoración lo que implica una agresión psicológica importante que lesiona notablemente la autoestima de la mujer. Ella a su vez mantiene la conducta maltratante de su cónyuge reforzándola a través de su actitud sumisa.
En síntesis, quien no se ha perdonado o aceptado a sí mismo/a difícilmente es capaz de perdonar o aceptar a los demás. Con esto resulta evidente la importancia en el orden de los factores, es de suma importancia comenzar por nosotros mismos indagando acerca de nuestras propias inconformidades, preguntándonos que nos falta, perdonándonos por no haber trabajado en conseguir lo que hemos dejado atrás, aceptando que existen cosas que no podemos cambiar, comenzando a elaborar un plan de acción para lograr esas cosas que queremos o que necesitamos, colocándonos en ruta de acción para conseguirlas, es decir centrando la atención en lo que podemos conseguir para nosotros, haciendo uso de nuestros propios recursos. De esta manera no tenemos que entrar a responsabilizar a otros de nuestros éxitos o fracasos.
Con respecto a los demás. Comencemos por identificar el daño que hemos podido causar con nuestras actitudes codependientes; ya sea por exceso de consideración o exceso de exigencia y control, dado que de las dos formas hemos despreciado a quienes amamos enviándoles mensajes agresivos, sutiles pero contundentes de "tu no vales tal como eres, eres débil, no podrás conseguir nada sin mi ayuda, no crezcas, no desarrolles tus capacidades, se dependiente, eres un asco, me decepcionas pero te necesito para afirmar mi fortaleza, ." La persona que recibe estos mensajes, generalmente es quien tiene comportamientos dependientes fácilmente observables, al alcohol u otras drogas, al trabajo, al juego, al sexo, al Internet, al teléfono, a otras personas, al sufrimiento, etc.
La relación dependiente Vs codependiente con frecuencia y facilidad cambia sus roles, es decir, algunas veces asumimos el papel de codependientes y en otras ocasiones el de dependientes. Por ello se hace necesaria la reflexión del daño que hemos hecho o que hemos permitido que se nos haga, en consecuencia son dos las actitudes que es preciso tomar frente al perdón, la de ser perdonados, o la de perdonar, en el primer caso se hace necesario solicitarlo y en el segundo concederlo. En ambos casos liberador, por que es
una opción que podemos tomar cuando lo elijamos y está a nuestra disposición. Es posible que alguien no este dispuesto/a a concedérnoslo en algún momento o en alguna circunstancia, pero la acción de pedirlo o concederlo depende de nosotros y será más efectivo si buscamos el momento, el lugar, las palabras más adecuadas.
Estas consideraciones dan luces a los expertos en salud mental para que realicen intervenciones psicojurídicas, que nos orienten la decisión y la acción.
Para terminar vale la pena tener en cuenta la recomendación que hace Henri Lacordaire, "Quieres ser feliz un instante, véngate; quieres ser feliz para siempre, perdona".
Su autoestima se encuentra lesionada ya que muy dentro de sí piensa "con lo que tengo y con lo que soy, no merezco reconocimiento, respeto ., no valgo". Ante ello puede optar, ya sea por la sumisión, cediendo de manera persistente a lo que se le pide o exige que haga, evitando pedir o exigir lo que necesita por temor a no conseguirlo o simplemente por que no considera que lo merezca, puede pensar "no soy importante" esto le hace conservar una carga bastante pesada de rencor hacia si y hacia las personas que no le otorgan lo que quisiera obtener y que frecuentemente no solicita, culpa a sí mismo/a y a los demás de sus "desgracias". Todo esto implica una carga agresiva sobre la propia persona.
La otra opción que evidencia una baja autoestima en las personas que no se aceptan a sí mismas es decir que no se han perdonado, es exigir, criticar, juzgar, perseguir y maltratar a los demás bajo la creencia de ". no merezco reconocimiento ni respeto, no valgo"; para conseguirlo necesita inspirar respeto, sensación de fortaleza, control sobre el mayor número de situaciones posible, ya que de esta manera consideran que son tenidos/as en cuenta. En muchas ocasiones suelen practicar la agresión física y/o verbal como "la forma más efectiva" de mantener dicho control y evitar que se evidencie su latente debilidad, miedo y/o inseguridad. Un ejemplo de este tipo de conducta se puede inferir en un matrimonio que mantiene el maltrato en su relación habitual, el hombre maltrata a su esposa físicamente, de manera sistemática, propinando golpes que generan evidentes marcas en su piel o incluso en su motricidad u otro tipo de discapacidad, adicionalmente, envía mensajes verbales de sub - valoración lo que implica una agresión psicológica importante que lesiona notablemente la autoestima de la mujer. Ella a su vez mantiene la conducta maltratante de su cónyuge reforzándola a través de su actitud sumisa.
En síntesis, quien no se ha perdonado o aceptado a sí mismo/a difícilmente es capaz de perdonar o aceptar a los demás. Con esto resulta evidente la importancia en el orden de los factores, es de suma importancia comenzar por nosotros mismos indagando acerca de nuestras propias inconformidades, preguntándonos que nos falta, perdonándonos por no haber trabajado en conseguir lo que hemos dejado atrás, aceptando que existen cosas que no podemos cambiar, comenzando a elaborar un plan de acción para lograr esas cosas que queremos o que necesitamos, colocándonos en ruta de acción para conseguirlas, es decir centrando la atención en lo que podemos conseguir para nosotros, haciendo uso de nuestros propios recursos. De esta manera no tenemos que entrar a responsabilizar a otros de nuestros éxitos o fracasos.
Con respecto a los demás. Comencemos por identificar el daño que hemos podido causar con nuestras actitudes codependientes; ya sea por exceso de consideración o exceso de exigencia y control, dado que de las dos formas hemos despreciado a quienes amamos enviándoles mensajes agresivos, sutiles pero contundentes de "tu no vales tal como eres, eres débil, no podrás conseguir nada sin mi ayuda, no crezcas, no desarrolles tus capacidades, se dependiente, eres un asco, me decepcionas pero te necesito para afirmar mi fortaleza, ." La persona que recibe estos mensajes, generalmente es quien tiene comportamientos dependientes fácilmente observables, al alcohol u otras drogas, al trabajo, al juego, al sexo, al Internet, al teléfono, a otras personas, al sufrimiento, etc.
La relación dependiente Vs codependiente con frecuencia y facilidad cambia sus roles, es decir, algunas veces asumimos el papel de codependientes y en otras ocasiones el de dependientes. Por ello se hace necesaria la reflexión del daño que hemos hecho o que hemos permitido que se nos haga, en consecuencia son dos las actitudes que es preciso tomar frente al perdón, la de ser perdonados, o la de perdonar, en el primer caso se hace necesario solicitarlo y en el segundo concederlo. En ambos casos liberador, por que es
una opción que podemos tomar cuando lo elijamos y está a nuestra disposición. Es posible que alguien no este dispuesto/a a concedérnoslo en algún momento o en alguna circunstancia, pero la acción de pedirlo o concederlo depende de nosotros y será más efectivo si buscamos el momento, el lugar, las palabras más adecuadas.
Estas consideraciones dan luces a los expertos en salud mental para que realicen intervenciones psicojurídicas, que nos orienten la decisión y la acción.
Para terminar vale la pena tener en cuenta la recomendación que hace Henri Lacordaire, "Quieres ser feliz un instante, véngate; quieres ser feliz para siempre, perdona".
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