Tanto en los países del norte como del sur, las mujeres viven con el riesgo diario de recibir lesiones físicas en maneras que no tienen un paralelo directo para los hombres. En casi todos los países, la violencia o la amenaza de violencia limita la gama de opiniones de que disponen las mujeres y las niñas en casi todas las esferas de la
vida pública y privada: en la familia, en la escuela, en el lugar de trabajo y en la mayoría de los espacios comunitarios. Limita
directamente sus opiniones al destruir su salud, perturbar sus vidas y reducir el ámbito de su actividad, y también las limitan indirectamente al erosionar la confianza en sí mismas y su autoestima.
De muchas maneras, la violencia impide la cabal participación de la mujer en la sociedad.
La amplia gama de prácticas discriminatorias y criminales que constituyen la violencia
basada en el género causan enormes sufrimientos a las mujeres y a las niñas e imponen costos sociales incalculables.
Los y las investigadoras han avanzado mucho en cuanto a determinar la magnitud de este
tipo de violencia. En casi todos los países, las estadísticas criminales adolecen de graves deficiencias en el registro de la violencia contra la mujer, en particular los ataques fisicos y sexuales en el ámbito familiar.
Pero además, las mujeres son especialmente vulnerables a la violencia sexual en las regiones y países en los que imperan
regímenes autoritarios y fundamentalistas. Y también en situaciones de guerras, desplazamientos forzados de la población
y de conflictos armados en general.
La violencia de género tambien abarca la privación de recursos, a tal punto que la vida de la mujer queda amenazada. Según la Organización Mundial de la Salud, en muchos
países en desarrollo las niñas reciben menos alimentos y padecen tasas más altas de
desnutrición que los varones. Asimismo reciben menos atención de la salud. En muchas
partes del mundo, las mujeres padecen daños físicos y psicológicos debido a prácticas
arraigadas en la cultura y la tradición.
En el campo de la economía, diferentes Foros de las Naciones Unidas han reconocido recientemente que la globalización ha impactado muy negativamente sobre las mujeres. Ellas constituyen "las más
pobres de las pobres" y hoy se habla de la feminización de la pobreza como uno de los efectos más nefastos del neoliberalismo.
Se reconoce internacionalmente que la violencia contra la mujer constituye una violación de sus derechos humanos, principio que se refleja en la Convención sobre la Eliminación de Toda Forma de Discriminación contra la Mujer, aprobada por Naciones Unidas.
Por eso, trabajar en pro de la ratificación universal de la Convención y promover mecanismos más fuertes para su aplicación son medidas de gran peso en la lucha contra la violencia hacia la mujer. Adquiere hoy especial relevancia la consigna levantada hace varios años por movimientos de mujeres en todo el mundo:
"NECESITAMOS UN MUNDO DIFERENTE EN EL QUE VARONES Y MUJERES, RESPETANDO NUESTRAS DIFERENCIAS, TENGAMOS IGUALDAD DE OPORTUNIDADES PARA DESARROLLARNOS COMO SERES HUMANOS, SUJETOS Y SUJETAS DE DERECHOS".
miércoles, 1 de junio de 2011
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