AISLAMIENTO
Los hombres violentos tienden a imponer el aislamiento en sus parejas relegándolas al hogar, recortando sus contactos externos y limitando sus actividades. Si le permite ciertos contactos sociales,
él los controla y monitorea. Por consiguiente, la mujer no tiene a nadie eTLÑIn quien apoyarse ni contactos con personas que podrían ayudarla o ser una fuente de retroalimentación.
Como la mujer vive en un ambiente de violencia esperada, se refugia en su casa para evitar cualquier estímulo que pueda provocar una agresión y reduce sus contactos externos para minimizar las probabilidades de que un evento social pueda desencadenar un ataque violento. De esta forma, la mujer está aislada material y emocionalmente, lo que la lleva
a volverse más dependiente de su pareja, quien, a su vez, experimenta un aumento del control a medida que se percata de esto.
MIEDO Y TERROR
El agresor aterroriza a la mujer a través de las amenazas del uso de violencia en contra de ella o de sus seres queridos y con el uso de violencia de una manera impredecible e inconsistente. El terror que siente la mujer maltratada es constante y real y la pueden inmovilizar hasta llegar a la apatía.
FATIGA FISICA.
La mujer maltratada vive en un ambiente en donde la violencia, la privación y la tensión constante son la norma. Estos factores provocan un desgaste en su energía por lo que se siente agotada física y psicológicamente.
Privación: Muchas mujeres maltratadas son privadas de sus necesidades básicas (sueño, alimentación, etc.), de sus contactos sociales y de su libertad. El hombre controla cada aspecto de la vida de su mujer y la vigila constantemente. Esto va debilitando a la mujer física y mentalmente.
Violencia: El ser víctima de violencia provoca un desgaste de energía física y psicológica en cualquier ser humano debido a que se estimula el sistema nervioso autónomo como respuesta a una situación amenazante para su integridad. El abuso repetido puede provocar fatiga física y mental, ya que el cuerpo no ha terminado de recuperarse cuando se presenta un nu
evo episodio violento.
Tensión constante: La mujer maltratada no solamente soporta la violencia, sino que vive bajo tensión permanente. El hombre crea un ambiente de violencia esperada: la violencia puede surgir en cualquier momento y bajo cualquier pretexto, por lo que, la mujer debe estar en guardia todo el tiempo y anticiparse a cualquier sanción. La impredecibilidad y la irracionalidad del abuso hacen que la mujer invierta muchas de sus energías tratando de evitar futuros ataques.
ENOJO E IRA EN UNA MUJER AGREDIDA.
La situación en la que vive la mujer maltratada desencadena sentimientos de enojo en ella. Con el tiempo, este enojo se va acumulando y puede llegar a convertirse en ira. En relación al enojo, se ha encontrado que las mujeres maltratadas
Esconden sus sentimientos de enojo por miedo a desencadenar otro ataque.
Niegan sentirse enojadas mientras que se comportan de manera hostil o pasiva-agresiva.
Quieren sentirse enojadas pero sienten mucha compasión por el agresor para poder manejar sus sentimientos.
Se sienten más irritadas por las personas y por pequeñas cosas, sin conectar estos sentimientos de impaciencia e irritabilidad con el enojo.
Se enojan con ellas mismas porque se sienten responsables de lo que están viviendo. Esto está ligado al sentimiento de culpabilidad, y puede manifestarse a través de depresión o de conductas auto-destructivas.
CULPA Y VERGUENZA
La mayoría de mujeres maltratadas se sienten responsables por haber sido agredidas. Creen que ellas hicieron algo para merecer o provocar el maltrato. Esta culpabilidad es reforzada por:
La cultura que frecuentemente culpa a la mujer por su situación, lo que responde a la aceptación social de los siguientes mitos: “la mujer es responsable del éxito/fracaso de su relación de pareja” y “la mujer es responsable de mantener la armonía en el hogar”.
El hombre violento que incentiva a la mujer a asumir la responsabilidad del maltrato. Le asegura después de cada episodio que: “Si ella no lo hubiera provocado o si ella se hubiera comportado de una manera adecuada, él no hubiera tenido que recurrir al uso de la violencia”. Debido a la culpabilidad que la mujer siente y a la culpabilización externa de la cual es objeto, la mujer siente vergüenza frente a los demás por la violencia de la cual es víctima. Por este motivo, la mayoría de mujeres maltratadas no discuten el abuso con otras personas y se refugian en el aislamiento
BAJA AUTOESTIMA
Los hombres violentos constantemente descalifican y desvalorizan a sus mujeres como personas, esposas, madres y profesionales. Las mujeres terminan creyendo las críticas de su pareja acerca de su incapacidad, por lo que van perdiendo, poco a poco, la noción de valor de ellas mismas. Las situaciones de abuso refuerzan y profundizan los sentimientos de desvalorización y no permiten que crezca la confianza en ellas mismas y en sus capacidades. Sus intentos fracasados por superar la situación les refuerza su creencia de que son incapaces, lo que debilita más su auto-estima.
Los hombres violentos tienden a imponer el aislamiento en sus parejas relegándolas al hogar, recortando sus contactos externos y limitando sus actividades. Si le permite ciertos contactos sociales,
él los controla y monitorea. Por consiguiente, la mujer no tiene a nadie eTLÑIn quien apoyarse ni contactos con personas que podrían ayudarla o ser una fuente de retroalimentación.
Como la mujer vive en un ambiente de violencia esperada, se refugia en su casa para evitar cualquier estímulo que pueda provocar una agresión y reduce sus contactos externos para minimizar las probabilidades de que un evento social pueda desencadenar un ataque violento. De esta forma, la mujer está aislada material y emocionalmente, lo que la lleva
a volverse más dependiente de su pareja, quien, a su vez, experimenta un aumento del control a medida que se percata de esto.
MIEDO Y TERROR
El agresor aterroriza a la mujer a través de las amenazas del uso de violencia en contra de ella o de sus seres queridos y con el uso de violencia de una manera impredecible e inconsistente. El terror que siente la mujer maltratada es constante y real y la pueden inmovilizar hasta llegar a la apatía.
FATIGA FISICA.
La mujer maltratada vive en un ambiente en donde la violencia, la privación y la tensión constante son la norma. Estos factores provocan un desgaste en su energía por lo que se siente agotada física y psicológicamente.
Privación: Muchas mujeres maltratadas son privadas de sus necesidades básicas (sueño, alimentación, etc.), de sus contactos sociales y de su libertad. El hombre controla cada aspecto de la vida de su mujer y la vigila constantemente. Esto va debilitando a la mujer física y mentalmente.
Violencia: El ser víctima de violencia provoca un desgaste de energía física y psicológica en cualquier ser humano debido a que se estimula el sistema nervioso autónomo como respuesta a una situación amenazante para su integridad. El abuso repetido puede provocar fatiga física y mental, ya que el cuerpo no ha terminado de recuperarse cuando se presenta un nu
evo episodio violento.
Tensión constante: La mujer maltratada no solamente soporta la violencia, sino que vive bajo tensión permanente. El hombre crea un ambiente de violencia esperada: la violencia puede surgir en cualquier momento y bajo cualquier pretexto, por lo que, la mujer debe estar en guardia todo el tiempo y anticiparse a cualquier sanción. La impredecibilidad y la irracionalidad del abuso hacen que la mujer invierta muchas de sus energías tratando de evitar futuros ataques.
ENOJO E IRA EN UNA MUJER AGREDIDA.
La situación en la que vive la mujer maltratada desencadena sentimientos de enojo en ella. Con el tiempo, este enojo se va acumulando y puede llegar a convertirse en ira. En relación al enojo, se ha encontrado que las mujeres maltratadas
Esconden sus sentimientos de enojo por miedo a desencadenar otro ataque.
Niegan sentirse enojadas mientras que se comportan de manera hostil o pasiva-agresiva.
Quieren sentirse enojadas pero sienten mucha compasión por el agresor para poder manejar sus sentimientos.
Se sienten más irritadas por las personas y por pequeñas cosas, sin conectar estos sentimientos de impaciencia e irritabilidad con el enojo.
Se enojan con ellas mismas porque se sienten responsables de lo que están viviendo. Esto está ligado al sentimiento de culpabilidad, y puede manifestarse a través de depresión o de conductas auto-destructivas.
CULPA Y VERGUENZA
La mayoría de mujeres maltratadas se sienten responsables por haber sido agredidas. Creen que ellas hicieron algo para merecer o provocar el maltrato. Esta culpabilidad es reforzada por:
La cultura que frecuentemente culpa a la mujer por su situación, lo que responde a la aceptación social de los siguientes mitos: “la mujer es responsable del éxito/fracaso de su relación de pareja” y “la mujer es responsable de mantener la armonía en el hogar”.
El hombre violento que incentiva a la mujer a asumir la responsabilidad del maltrato. Le asegura después de cada episodio que: “Si ella no lo hubiera provocado o si ella se hubiera comportado de una manera adecuada, él no hubiera tenido que recurrir al uso de la violencia”. Debido a la culpabilidad que la mujer siente y a la culpabilización externa de la cual es objeto, la mujer siente vergüenza frente a los demás por la violencia de la cual es víctima. Por este motivo, la mayoría de mujeres maltratadas no discuten el abuso con otras personas y se refugian en el aislamiento
BAJA AUTOESTIMA
Los hombres violentos constantemente descalifican y desvalorizan a sus mujeres como personas, esposas, madres y profesionales. Las mujeres terminan creyendo las críticas de su pareja acerca de su incapacidad, por lo que van perdiendo, poco a poco, la noción de valor de ellas mismas. Las situaciones de abuso refuerzan y profundizan los sentimientos de desvalorización y no permiten que crezca la confianza en ellas mismas y en sus capacidades. Sus intentos fracasados por superar la situación les refuerza su creencia de que son incapaces, lo que debilita más su auto-estima.