¡Cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser
humano halla refugio a la sombra de tus alas. Salmo 36:7
Lea, pobre Lea nunca fue afortunada en el amor, desde que nació todo
le fue muy mal, su familia pertenecía a un clan de ovejeros nómadas
que vivían en Harán, ellos eran una tribu tradicional que pensaba
que todo primogénito debía ser varón, así que desde su nacimiento su
marca de mala aceptación quedó ilustrado en el nombre que le
pusieron: VACA. Una aldea de ovejeros le pone vaca a un hijo cuando
es notorio que éste no encaja con lo deseado, por lo menos imagino
que fue el caso de Lea, cuyo nombre representaba vaca para todos
los paisanos que la vieron crecer.
Los ojos de Lea nunca estuvieron alegres, Cómo estarlo si tan sólo
al llamarla le hacían recordar burlonamente que nunca fue anhelada,
o quizá si, pero solo cuando el vientre de la madre no advertía que
el bebé que nacería no sería el varón soñado.
Lea no se sentía amada por nadie, ni por sus padres, ni por los
lugareños de Harán, ya era bastante feo que nadie la quisiera para
que en el colmo, aparezca otra personita que en comparación,
terminaría agravando su pobre reputación.
Lea tuvo una hermanita: Raquel, ¡otra mujer! ¡Ya no estaría sola en
este mundo desgraciado! ¡Esta sería su compañera en el dolor! ¡De
repente dos unidas en el rechazo podrían hacer frente con dignidad
la vida! ¡Quizá ella si la entendería y hasta podría darle amor! No
Lea, siento decirte que te equivocaste, ella no sería tu auxilio, de
ella no saldría tu redención.
Raquel era sumamente hermosa, tan bella que los padres al verla la
llamaron inmediatamente por el nombre que merecía tanta hermosura:
OVEJA, ella si debe ser oveja, es tan encantadora, hasta su llanto
es dulce, es maravillosa, la preferida del pueblo, la más bella
entre las bellas.
Y creció siendo la reina de belleza del pueblo, engreída y graciosa,
imagino que todos los vaqueros pelearían por quién sería el
afortunado que la desposaría, pero las vecinas de Harán también
inventaban historias que algún día vendría un príncipe a desposar a
semejante primor.
Pobre Lea, sus sueños de sentirse comprendida, amada, se
desvanecieron tan solo al ver a su pequeña hermana, los ojos de Lea
ya no podían ser más tristes, ella parecía una vaca, pesada y sin
gracia, la otra una oveja, ágil y deseada.
Y el príncipe llegó, se llamaba Jacob, había parado cerca de la
tierra de los orientales y se detuvo al ver a tres manadas de ovejas
bebiendo cerca de un pozo:
-¿De dónde son ustedes? Le preguntó Jacob a los pastores.
Y se puso a conversar amenamente con ellos, cuando de pronto los
pastores le dijeron:
-¡A propósito, ahí viene Raquel con las ovejas!-
Parecían tan orgullosos de su Raquel, Jacob ya no escuchó más
explicaciones, ayudó a Raquel a remover la piedra del pozo para que
sus ovejas bebieran, tomó a Raquel y la besó, fue amor a primera
vista, hasta las lágrimas le inundaron los ojos a la joven pareja,
el amor los inundó de pasión.
Todo el pueblo entró en una algarabía nupcial, la bella princesa se
casaría con el apuesto Jacob, ¿alguien imaginó cuanto sufría su
hermana mayor? No, si nunca nadie la tomo en serio, que les iba a
importar su dolor.
El padre de Raquel jamás fue muy honesto, claro que le gustó la
idea que Raquel se casara con el hombre ideal, pero no se la daría
fácil, así que ideó un plan, si deseaba este mancebo a su hija,
tendría que trabajar siete años por ella, sólo entonces la
entregaría.
Los siete años pasaron pronto para Jacob, era tan el ardor que
sentía por la bella Raquel que el tiempo se esfumó, Labán seguiría
con su cruel plan, sin considerar los sentimientos de nadie.
"Labán reunió a toda la gente del lugar y ofreció una gran fiesta,
pero cuando llegó la noche, tomo a su hija Lea y se la entregó a
Jacob, y Jacob se acostó con ella". Génesis 29:22-23
Lea no quiso participar de la esperada boda, ¿para qué? De repente
su aspecto desluciría la ceremonia, se quedó encerrada en su cuarto,
de pronto Labán apareció, -¿quién se imaginaría que mi padre vendría
él mismo a llevarme? ¿Se habrá arrepentido por todos estos años de
desamor? ¿Quizá ahora si me tomaría un poco en cuenta ya que Raquel
partiría a tierras lejanas? ¿Conocería al fin el amor del padre?-
Labán traía consigo un hermoso vestido acompañado por un exquisito
velo:
-¡Póntelo rápido! ¡Date prisa la ceremonia ya va a terminar! Dijo
Labán-
Pobre Lea, nunca le habían dado un regalo tan espléndido, -"que
extraño, parece un vestido nupcial, y el velo es perfecto, encaja
tan bien con el vestido, cubre mi rostro y casi ni se nota quién
soy, ¿será por eso que me lo da?-
Labán no quería esperar a que Lea lo piense demasiado: -ponte rápido
todo, cúbrete bien el rostro y vamos-
El padre de Lea nunca fue un padre amoroso, era duro reconocerlo,
pero si por lo menos él le hubiera defendido, quizá ella no hubiera
sufrido tanto, pero ahora, todo sería diferente, su padre parecía
que trataba de congraciarse con ella, este hermoso vestido, las
sandalias, el velo…
-¿A dónde vamos papá?- Quizá preguntó Lea.
Labán no respondió, sólo la llevó a la tienda de Jacob y la entregó
en vez de a Raquel, Lea la fea, Lea la vaca, Lea la accidental,
ahora sería Lea la rechazada.
"A la mañana siguiente, Jacob se dio cuenta de que había estado con
Lea, y le reclamó a Labán: -¿Qué me has hecho? ¿Acaso no trabajé
contigo para casarme con Raquel? ¿Por qué me has engañado?" Génesis
29:25
Lea era la no amada, nunca nadie la defendió, a nadie le importó lo
que ella sentía, ni siquiera esa noche que pareció un ensueño,
cuando aquel príncipe la amó creyendo que era otra mujer, nadie le
preguntó cómo se sentía cuando Jacob nunca más quiso ni verla y
trabajó otros siete años por su hermana Raquel, pobre Lea, ¿cuándo
sería el día que por fin alguien la amaría por ser ella misma?
"Cuando el Señor vio que Lea no era amada, le concedió hijos. Lea
quedó embarazada y dio a un hijo, al que llamó Rubén, porque dijo:
El Señor ha visto mi aflicción; ahora si me amará mi esposo".
Lea aunque no amada, fue la madre de los primeros cuatro hijos de
Jacob: Rubén:
Que significa: "él vio mi aflicción"; Simeón: "el que oye"; Leví:
suyo significado es el verbo unir, amar; y Judá: que es el verbo
alabar.
Dios si amó a Lea, la amó a pesar que al principio ella veía en sus
hijos una oportunidad para que Jacob la apreciara, por eso Rubén
significaba "el Señor ha visto mi aflicción; ahora si me amará mi
esposo", Simeón: "Llegó a oídos del Señor que no soy amada, y por
eso me dio también este hijo", Leví: "Ahora si me amará mi esposo,
porque le he dado tres hijos".
¿Dónde esta tu dignidad Lea? Me dan ganas de preguntarle, ¿tan
importante es para ti el amor de un hombre? ¿No te das cuenta que el
amor de Dios puede aplacar toda tu necesidad?
Lea entendió lo que Dios le estaba enseñando, por eso cuando tuvo a
Judá dijo: "Esta vez alabaré al Señor".
Dios siempre amó a Lea, por eso de su hijo Leví nacería el
sacerdocio levítico que comenzó con Aarón, y de su último hijo Judá
nacería el linaje real de David y finalmente el propio Jesús.
El Señor le devolvió a Lea su dignidad, porque cuando Dios ama el
defiende, cuando Dios ama él perdona.
"Tu amor, Señor, llega hasta los cielos; tu fidelidad alcanza las
nubes. ¡Cuán precioso, oh Dios es tu gran amor! Todo ser humano
halla refugio a la sombra de tus alas. Extiende tu amor a los que te
conocen, y tu justicia a los rectos de corazón" Salmo 36
Dios le dio a Lea el premio mayor, no sólo sus hijos, le dio algo
más grande, le dio el beneficio de sentirse amada y defendida por
él, por eso al reconocer ella que el amor del Padre celestial era
más valioso que cualquier afecto, alabó al Señor con todo su
corazón, por esa alabanza sincera el Salvador la redimió y la premió
con un linaje santo, de su estirpe nació el Salvador que vino a dar
el verdadero amor a la humanidad.
En el Salmo 45 está la descripción de la boda real entre el Rey de
Reyes y la hermosa novia, quiero pensar que la novia nos representa
a todas las Leas del mundo, que fueron quizá desestimadas y
relegadas por todos, pero que un día el más apuesto de los hombres,
cuyos labios son fuente de elocuencia, el bendito entre los
benditos, vestido de esplendor y majestad, ceñido con espada,
valiente y santo, cabalgó victorioso y en nombre de la verdad, la
humildad y la justicia tomó a su princesa, la vistió de finos
brocados, y acompañada por sus damas la hizo entrar a su palacio
real.
"Haré que tu nombre se recuerde por todas las generaciones; por eso
las naciones te alabarán eternamente y para siempre" Salmo 45:17
Así es el amor de Dios, el amor que tiene por ti hará que en nombre
de la verdad, la humildad y la justicia seas reivindicada al lugar
más alto, por amor él así lo hará. Créelo.
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