martes, 4 de enero de 2011

REFLEXION...


Va el viajero por las nubes. En ellas anda siempre, de modo que el paisaje le resulta familiar. De pronto se abre el cielo y a través de la ventanilla del jet se mira este paisaje pintado por el doctor Atl: cuatro volcanes de nevadas cumbres igual que cuatro cirios prendidos a la tierra.
Es bello el suelo mexicano. Sin nosotros sería un paraíso. No hemos aprendido esa forma de amor a la naturaleza que consiste en gozar sus frutos sin atentar contra ella. Hicimos de nuestro país un páramo, y luego un gigantesco basurero que ni siquiera acaba donde empieza el mar, porque también sus aguas hemos maculado.
Pensemos en una hermosa casa cuyos moradores, necios, destruyen el mobiliario de los aposentos, y socavan los pisos, y ensucian las paredes, y rasgan los preciosos cortinajes, y prenden fuego al maderamen de los techos.
Heredarán los suyos esa casa y no será ya casa, sino ruina. Igual nosotros: daremos como herencia a nuestros hijos los desolados restos de lo que no supimos conservar.

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